La variante Delta, vista por primera vez en India y conocida por su identificador B1617, se prolifera en más de 80 países de todo el mundo convirtiéndose en una cepa dominante.
Esta variante es más transmisible que las cepas originales y Alfa de COVID-19, además de que parece ser un poco más resistente a todas las vacunas actuales de COVID-19 en el mercado.
Entre la serie de síntomas se incluye el dolor de estómago, pérdida de apetito, vómitos, náuseas, dolor en las articulaciones y pérdida de la audición.
También se le vinculan problemas gastrointestinales como la diarrea, además de gangrena y coagulación de la sangre. En la mayoría de los casos, los pacientes con la variante tienen más probabilidades de ser hospitalizados, sufrir otras complicaciones y requerir oxígeno.
Los Centros de Detección y Prevención de Enfermedades (CDC) ahora cuentan con un rastreador interactivo y un mapa que muestra el alcance actual de la variante.
Según la herramienta de mapeo de los CDC, la variante Delta es actualmente más prolífica en las partes central y occidental de Estados Unidos. Para las dos semanas que terminaron el 19 de junio, se estima que Delta ha proliferado fuertemente en Colorado, Nebraska, Montana y Wyoming, donde representa el 47% de los casos. En California, es más del 28% y en Texas, más del 25%.
Si desea ver su área puede visitar https://covid.cdc.gov/covid-data-tracker/#variant-proportions
Por ahora la vacunación brinda una fuerte protección contra la variante Delta. Un nuevo estudio de Public Health England muestra que la vacuna Pfizer-BioNTech fue 88% efectiva para prevenir la enfermedad sintomática causada por la variante Delta en personas completamente vacunadas. La vacuna AstraZeneca proporcionó una protección ligeramente menor. Dos vacunas fueron 60% efectivas contra la variante. La efectividad de una sola dosis de cualquiera de las vacunas, sin embargo, fue mucho menor: solo el 33%.
Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.
Fuente: www.msn.com